Cuando la música es capaz de trascender en la escucha, emocionando drásticamente al oyente, se produce un efecto natural de fascinación por la obra y su autor: una respuesta admirable ante la capacidad de comprensión del estro con el que fue concebido, ocasionando una simbiosis entre ambos por un encuentro maravillosamente inesperado. Aunque
Roly Porter sea reincidente en propiciar estos encuentros fuera de toda fase, no deja de ser sorprendente el logro por repetirse, porque incluso resulta más meritorio por volver a conseguirlo. En
Kistvaen muestra otro concepto diferente, empleando técnicas reconocibles en su discurso a través de la música concreta y el sound designer, pero experimentando en la composición y desarrollo de los sonidos generados durante el proceso de creación para plasmar todas las ideas inspiradas en la concepción del concepto. Este cuarto álbum se publica en
Subtext Recordings a diferencia de su anterior álbum,
Third Law, que se editó en el ya extinto sello
Tri Angle: una marca para el recuerdo de aquellos melómanos en busca de sonidos y conceptos poco convencionales.
El Concepto
Las kistvaens son un tipo de tumba que se pueden encontrar por los páramos de Dartmoor –un parque nacional al suroeste de Inglaterra– y que empleaban civilizaciones antiguas para sepultar a sus semejantes, una forma de proceder previa a las diferentes religiones que se conocen y dividen hoy en día.
Roly se inspira en las similitudes de este antiguo rito, desde edades muy antiguas hasta la actual, pese a sus diferentes formas de proceder según procedencia, religión o tiempo, porque hay un factor común en todas y cada una de sus formas: la emotividad por perder al semejante. Desde el origen de las kistvaens hasta nuestro periodo contemporáneo, se han producido cambios drásticos en la civilización por la evolución tecnológica, las diferentes culturas, factores sociales… un sinfín de variables que no cambian la experiencia con la muerte a través de los tiempos.
Roly Porter crea una banda sonora para esa vivencia emocional atemporal desde los tiempos de la Edad de Piedra hasta el presente, e incluso lo venidero, como un portal en el tiempo que conecta el sentimiento por la pérdida. Transmitiendo el dolor a través de una experiencia sonora arrebatadora, que exige cierta dedicación en el oyente para ir adentrando al mismo en una escucha reveladora. El álbum muestra dolor, tristeza, la paz inquietante que deja un entierro o la tensión de una agonía prolongada por el recuerdo emocional que termina arrastrando un sentimiento de pena. Es difícil, o complejo, pero existe belleza dentro de una obra como esta: su autor llega a un límite tan extremo que resulta inevitable sentir tanto la crudeza y desolación como la conmovedora emotividad de su música a lo largo de sus seis cortes.
El Sonido del Dolor
Resulta presuntuoso intentar desarrollar todo lo que evocan y pretenden los cincuenta minutos que dura
Kistvaen porque el dolor que por momentos es capaz de transmitir, cada oyente lo percibirá desde su propia emoción que arrastrará un sentimiento interior y personal. Todos y cada uno de los seis pasajes son atrayentes dentro de una intención desoladora como el ritual de un entierro, es algo realmente fascinante que pueda llegar a percibirse. Resultando todo en una escucha potentísima si la mencionada simbiosis es alcanzada.
Roly emplea los sonidos majestuosamente para penetrar en el oyente, abre el disco con
Assembly: el llanto desolador de
Mary-Anne Roberts mientras las grabaciones emergen tras ella, amenazando e intimidando, para que una espesa atmósfera cree una tensión palpable que afloje y deje respirar en el tramo final, volviendo a grabaciones en profundidad despertando incertidumbre; terror sonoro. En
Burial se mantiene la tensión e incluso aumenta rápidamente con el gran trabajo desde el sound designer: atmósferas, estridencias, melodías y grabaciones, todo empuja hacia los límites sin dejar de evocar emociones con un giro a medio camino donde las sacudidas cargan la escucha de dramatismo, en un escenario muy oscuro y denso que se revela con ternura en una melodía de cuerdas al final. Antes mencionaba la belleza en un contexto triste, y en
An Open Door se aprecia gracias a la épica entre el canto, la melodía y la atmósfera: es una cadena de bucles realmente encantadora, dando lugar a un pasaje delicado y emotivo que se torna desgarrador en su segunda parte, con un sorprendente cambio y un final en descenso.
Emociones y sensaciones dispersas en el primer tramo de
Inflation Field, que sigue el disco como cuarto corte: de nuevo el diseño sonoro evoca una experiencia dramática, que atrapa y arrastra a las profundidades, tensionado nuevamente la agonía y sin deja espacio a la esperanza, pero un nuevo giro vuelve a sorprender. Casi quince minutos forman
Passage: una oda que comienza con el tono triste de la melodía, continúa con el desconcierto de la atmósfera amenazante que enlaza con otra melodía dramática, las sacudidas no tardan en llegar para cargar de dolor la pieza y la otra mitad se antoja en una épica inversa descomunal; de escuchar para creer. Esta experiencia termina con su corte homónimo, desde las profundidades escuras resurgiendo con una luminosa y bella atmósfera en aumento, con los arreglos característicos del autor y la melodía placentera del fin de un rito.
MFO colabora con el majestuoso
Porter en la creación del álbum con un diseño visual que potencia la experiencia para el directo, junto con tres vocalistas:
Mary-Anne Roberts,
Ellen Southern y
Phil Owen, maximizando un trabajo ya soberbio en su presentación plena.
Roly Porter - Kistvaen [Subtext Recordings]
01. Assembly
02. Burial
03. An Open Door
04. Inflation Field
05. Passage
06. Kistvaen