El cartel que anuncia tapiceros y abogados de la puerta que da a la calle Aldana parece de mediados del siglo pasado. Desde fuera se vislumbra un entramado de pasillos que nos conectan con un pasado difuso, como de antes de nuestra Transición. De foto en sepia que ha quedado en anacronismo de un pasado esplendoroso. Al lado de la otra puerta, la que da a Ronda Sant Pau, nos toparemos con una tienda de última generación que me chivan lo tiene todo en equipaciones de fútbol mundial. Su ampulosidad comercial contrasta con la entrada del bar de las Galerías Olimpia que ya lleva un tiempo funcionando como hogar para noctámbulos que empiezan el fin de semana con una primera copa fuerte. El auténtico catalizador de todo este entramado de establecimientos, con una apariencia tan decadente, es este animado bar que un día decidió reactivar el espacio con sesiones de Dj en su carta.
Las Galerías Olimpia se encuentran en un punto atractivo para cualquier comercio. Un espacio bisagra entre dos barrios populosos como el Raval y el Poble Sec, que además conecta al norte con el algo más ordenado distrito Eixample Izquierdo. Olimpia se asoma a muy pocos metros del Paralelo que en el primer cuarto del siglo pasado se convirtió en una especie de Broadway de la capital catalana con Music Halls y espectáculos de varietés cubriendo el ocio tanto de burgueses como de obreros de la primera mitad de la pasada centuria.
Gracias a la información que ha recopilado Itsaso de Hard to Find Graphics, con despachito en la tienda Vinilarium, nos enteramos que las Galerías en las que nos encontramos se construyeron en la manzana que antaño ocupó el Circo Olimpia, ni más ni menos que un teatro-circo que hace casi cien años puso a Barcelona en el mapa de las ciudades punteras en materia circense, compitiendo con ciudades a la última como París. La época de la Barcelona de los prodigios. Este espacio polivalente estaba gestionado por la muy poderosa sociedad Tívoli, dueña de uno de los teatros más grandes de la ciudad del mismo nombre, y podía llegar a albergar a seis mil personas en su teatro preparado para números de music hall de todo tipo. La construcción se levantó en dos años y se inauguró en diciembre de 1924, con un coste de dos millones y medio de las antiguas pesetas. La pista central además de girar sobre su eje llegaba a convertirse en pista acuática con capacidad para 300.000 litros de agua.
En el número 16 de este laberinto de tipo indoor tiene sus dependencias Urban Legend, sello en el que se puede escuchar desde techno a drum&bass, con dos referencias en el mercado. Como reza su leyenda en las redes tiene contactos con productores de México, Italia y Berlín. Cuenta en sus filas con los sevillanos Fran Mora aka /beyond/ que estos días prepara su próxima actuación en el festival Mira! y con Pedro Soto aka Peer Shott, así como el también productor argentino Hernán Andrés RNXRX, que se ha incorporado al sello hace unos meses. Se trata de un espacio minúsculo en el que comparten aire escaso con una Rodec, dos Technics, y todo lo necesario para realizar sesiones en streaming muy trabajadas en las que además de la música potencian los efectos visuales.
En el pequeño, pero bien insonorizado estudio que regenta el sello desde hace tres años, nos encontramos con Pedro Soto pinchando techno en solitario a eso de las siete de la tarde del 15 de agosto que es festivo en todo el país. Me comenta que son los segundos inquilinos de carácter musical en colonizar el espacio.
Me cuenta el sevillano que el estudio es el espacio perfecto para compartir un buen rato con los amigos y socios del sello. Y para compartir equipamiento musical entre los colegas. Soto me explica que lleva once años en Barcelona, que trabaja desde hace una década en la empresa municipal que gestiona los cementerios de Barcelona. Durante su primer año de trabajo se dedicó a enterrar féretros y transportar sudarios con los restos de los cadáveres de familiares que tienen que dejar sitio a los nuevos fallecidos. “Después me encargué de recibir a los familiares de los fallecidos. Ahora estoy incinerando. Gracias a este curro me puedo dedicar a la música y me da para visitar a la familia en Sevilla. El primer tema que acabé, hace unos cinco años, lo titulé Crematorium”, nos explica el hispalense. Gracias al sello que le ocupa las tardes, ha pinchado algún domingo en Macarena y también recuerda con cariño algún set en el Válvula, una nave industrial en avinguda Carrilet. También se encargaron de los domingos en el actual Dread Zone Club de la carretera de la Bordeta, cerca de Plaza España. “No sé si sabes que hay una trampilla que da al subsuelo que dicen que es donde se guardaban los animales del circo. Con el tiempo nos enteramos que Loquillo estuvo ensayando en ese sótano durante un tiempo”, comenta Mora. El mito de la trampilla que te lleva a unas antiguas caballerizas está muy presente en las conversaciones de las Galerías. Durante la confección de este texto pasé varios días por el espacio con la esperanza de poder traspasar la portezuela pero nunca coincidí con la persona encargada de guardar las llaves.
“Al empezar a alquilar este espacio no pensamos en las potencialidades de las galerías. Tenemos en mente montar un mercadillo de domingo mediodía para que los amigos que conocemos presenten sus productos”, las acciones para facilitar el tráfico de gente por las dependencias es tema recurrente entre los inquilinos. Existe un precedente en febrero de 2013, con la organización de un mercadillo llamado Market Olimpia, con el que el espacio empezó a salir del anonimato entre una pequeña comunidad de aficionados a la ropa vintage, los discos, la fotografía, la ilustración, la bisutería, la estampación y los amantes de las bicicletas y sus accesorios.
Otro de los inquilinos que cuenta con un espacio propio desde hace un año y medio en estas galerías es Albert Romero aka Dafoe, conocido en la escena de Barcelona por su residencia mensual en el Nitsa. Un pequeño letrero de su sello What.if, con tres referencias en el mercado, preside las dependencias que gestiona junto a Armin Ravelle, con el que también produce a medias. Comparte el minúsculo espacio con el Dj neerlandés Adrián, residente de las fiestas Werk it y Carlos Santi que será su socio en otro proyecto que está levantando ahora mismo a cuatro pasos de estas galerías. Y es que no muy lejos de allí, detrás precisamente del Apolo, están apurando los últimos detalles de una futura tienda de discos. Allí encontramos a Romero en plena remodelación de su tienda que pretende abrir el 24 de septiembre. Acaba de venir de Croacia donde ha estado pinchando junto a Guim Lebowski, responsable de las noches Cercle en Macarena, en el festival Dimensions. “Yo me encargaré de vender los discos y Carlos estará más centrado en los complementos para Dj. Y este espacio que ves aquí lo queremos adecentar como club social para organizar eventos con los que dinamizar la tienda. En cuanto a la oferta de la tienda oficial de What.If te puedo decir que estará más enfocada al minimal house. Aunque voy a intentar tener de todo”, nos comenta Dafoe que cuenta con la ayuda de su padre en la restauración de este nuevo establecimiento.
Pol Etxebe aka Fari, al que conocéis de capítulos anteriores de Diggers: Hard to Find, es uno de los inquilinos más comprometidos con las actividades que empiezan a generarse en las galerías. El vasco es otro de los vendedores de vinilo que ha decidido montar tienda física, después de muchos años de vender desde casa y por internet. Nos comenta que su tienda Vinilarium sería algo así como una especie de outlet de otras tiendas con más trayectoria y una clientela ya asentada como Discos Paradiso o Lostracks Records del también Dj, David Lost. “A este tipo de tiendas le viene faltando sitio para manejar con comodidad lo que les llega de segunda mano, un espacio que yo ahora si tengo”, apostilla Pol que tiene una política de precios en base a “Un disco por tres euros. Cuatro por diez”.
“Pero yo estoy convencido que los discos que hacen bailar, que para mí es lo que cuenta, son los que valen tres euros como mucho”; remata como resumen de su filosofía musical y empresarial. “Los discos de 20/20 Vision nos los quitan de las manos. Nunca encuentras sus referencias en las cubetas de house, siempre están en las de a un euro que son las que más me interesan. Yoshitoshi es otro sello que se llevan a cholón. Mira, un Mathias Schaffhäuser. Aquí los discos no se escuchan por los auriculares. Todo el mundo en la tienda escucha el disco que prueba el cliente que se sienta en este taburete. Ese disco que a tí no te acaba de convencer, le puede gustar a otro posible cliente que merodee por aquí”. Tiene una cubeta con referencias de sellos locales como Melodram, los ya citados Urban Legend, Struments, Polybius Trax…
Así pues, la especialidad de Etxebe son los discos baratos. Mejor dicho: “los discos baratos que llevan aquel remix en la cara B que no conoces y deberías”. Lupen Crokan, miembro de la plataforma Science Label, con sede en la remota Pekín, ha dejado una parte de su colección como añadido del stock de la tienda, manipula una máquina ideada por ellos para limpiar los discos no demasiado ortodoxa, pero con “líquido de limpieza de importación”.
La tienda del señor Juan arregla ropa, piel y todo tipo de prendas. Ocupa el espacio donde hace tres años se levantaba la tienda Funk & Soul (material de Soul, Funk, Disco, Blues, Rhythm & Blues, Latin, Jazz…) que se puede considerar la pionera de las tiendas alojadas en el complejo del barrio de Sant Antoni. Acabó cerrando a los pocos meses porque los tres socios estaban ocupados en otros menesteres. El digger vasco me explica que lo más importante ahora es atraer a la gente al multiespacio. La rotulación del despacho de abogados de la puerta es posible que pase a mejor vida. De momento, las tiendas se van apañando con rótulos hechos a mano.
Como el que anuncia la tienda Rhythm Control en la que lucen portadas de discos de lo más variopinto, desde Las Grecas, Music Has the Right to Children de Boards of Canada, Pastis & Buenri… Una heterogeneidad que contrasta con la fama que precede a la tienda de Dj Bruce Lee, en principio especialista en materia de techno y house. Encontramos a Tony Manejas, responsable también del sello End Of Dayz, con nueve referencias en el mercado, repasando las cuentas del día antes de salir para el hotel donde tiene que pinchar en unos minutos. “Una de las principales razones por las que me animo a montar la tienda es que la habitación donde tenía los discos que vendía por internet se destinó a mi hija recién nacida. Fue el empujón definitivo para que me animara a montar una tienda. Lo de pinchar no te da pasta suficiente para sobrevivir. También se acabó mi relación con los promotores con los que organizaba fiestas, así que de todas formas me tenía que buscar la vida. Ahora soy autónomo para facturar lo que genera la tienda y mis sesiones. Todo lo que vendo lo declaro, unas obligaciones tributarias que me han empujado a reajustar algo mi política de precios. No me puedo quejar de cómo han ido estas primeras semanas. Desde que ha abierto Vinilarium de Pol Etxebe, que es mejor relaciones públicas que yo, se ha notado algo de más público por las galerías”.
Desde uno de los pasillos hemos escuchado música techno que salía a intervalos regulares de una de las habitaciones en la que no hemos podido entrar. “También hay gente que alquila el espacio y lo aprovecha para pinchar a horas intempestivas. Lo que no pueden hacer en casa, vaya”, comenta nuestro guía de origen eibarrés. “Aquel pincha y necesita nuevos vinilos, pues se va a la tienda del Tony o a la mía y se los compra. A nosotros nos llega un disco que creemos que pueda interesarle a X. Pues me acerco un momento por su local y le propongo. Conozco los gustos de casi todos los que pululan por aquí. Llevo tiempo tratando con ellos. Lo considero también como un servicio más de Vinilarium”, me explica Pol Etxebe. “Mira, este chico fue mi primer cliente de la tienda. Me dijo un día: Mándame cien euros de house. Y los seleccioné según mi criterio”. Un ecosistema casi perfecto en su escala evolutiva. Unos producen los discos, otros los venden y el resto los pinchan.