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Pablo Bolívar en Tokyo


Lo mío es mucho más tocar y sentir la música, cada nota, cada textura… A diferencia de cualquier otro ingeniero de palabras me permito el lujo de comenzar por lo que bien podría ser el final, ya que he de afirmarte que por “culpa” de mi última visita a Japón, ha sido la primera vez en los últimos 13 años que me he perdido la cita con el Sónar. Y lo más gracioso, no lo he echado de menos en ningún momento.

Eso que mi primer día de tránsito fue una pequeña odisea. Después de pegarme el madrugón padre, casi pierdo el enlace en Viena… 14 horas de avión, hasta que por fin tomamos tierra en Narita a eso de las 7:15 am.

Satoshi me recoge en el aeropuerto y sin perder un segundo nos ponemos rumbo a Tokio. Otra hora y media de viaje extra, menos mal que viajamos en su coche con una buena banda sonora de fondo. Una selección deliciosa de deep house.

Avistamos Tokio, la ciudad que nunca duerme. Son ya las nueve de la mañana del jueves y la maquinaria de la ciudad está en su pleno apogeo. Es el momento idóneo para empezar a encajar piezas y por fin, aunque cansado, empezar a cambiar el chip. Fuera cansancio, dentro desayuno. Primera comida en Tokio. No iba a ser menos, ¡deliciosa! La digestión sí que no tengo más remedio que hacerla mientras duermo. Todo tiene su límite, mi cuerpo también. Ni cuánto tiempo dormí, importaba poco, teniendo un hotel localizado en pleno corazón de Tokio, Shibuya, no había otra cosa que ganas de fisgonear los alrededores. Una sensación curiosísima me recorre, empiezo a recordar cosas, sitios, detalles de otras veces ¡Me siento como en casa!

A las 7pm el bueno de Satoshi me recoge en el mismo hotel y nos vamos directos a los estudios Dommune. Una concepción ideada por Naohiro Ukawa y dicen que la discoteca virtual del Siglo 21. Decenas de miles de personas de todo el mundo siguen en U-stream las sesiones de allí, yo tuve la suerte de estar en persona. Gratísima la sorpresa cuando allí me encontré al señor Goldie haciendo repaso absoluto de Metallhead… Maximum respect!

Nuestro streaming comenzó a las 9pm, primero pinchó el trío Tribute, y luego me tocó a mí meter discos hasta las 12am. Toda una experiencia, sonido Funktion One para una pista de 30 m2 que gota a gota se iba llenando de mujeres guapas y hombres trajeados recién salidos de sus oficinas. ¿Se quedaron mirando extraños? ¿Bostezaron? ¡No! ¡No pararon de bailar! Si lo piensas en frio, es el mejor plan después de 11 horas de oficina. Después de este momentazo, una buena cena y a dormir.

El segundo día aproveché para marcharme de turisteo. Paseé por el bario de Akihabara con una meta fija, comprar “freakadas”. Me encontré con una tienda de Disc Union especializada en música negra. Subir sus escaleras fue como subir al cielo, me pasé unas cuantas horas perdido entre joyas.

Un día en Tokio vuela de lo lindo, de repente otra noche. Esta vez me reuní con Tec, Shinia, Satoshi y su compañero de Sony que decidieron llevarme a cenar Shabu-shabu… ¡sabrosísima mezcla de salsas, carnes y verduras cortadas finamente!

El sábado el tiempo se estropeó y amaneció lluvioso. Ideal para dirigirme directamente a ese paraíso lleno de discos que es Disc. El nirvana para cualquier “music lover”, cinco plantas de vinilos y equipos. La sección de discos de segunda mano es increíble. Qué bueno es tener enchufe, me facilitaron un rincón especial donde ponerme a escuchar vinilos y allí me asenté hasta que mis orejas ya no aguantaban más.

Me rescataron a eso de las 7pm. En esta ocasión me vinieron a buscar Hirotaka y Nop, quienes me llevaron a cenar a otro sitio muy especial. Un lugar muy particular que constaba tan sólo de 2 habitaciones de unos 9 m2 cada una. Parecía algo muy exclusivo. Se repitió la historia, cena excelente con compañía de primera. Salimos de allí con rumbo al club de Hirotaka y no lo pude evitar, me puse a pinchar para… 10 personas. Unas tres horas. He de decir que muy a gusto: un poco de sake, atmosferas ambient, dub, y house a no más de 110bpms, ¿qué más se puede pedir?

Maravilloso aperitivo para por fin el domingo acudir al bolo principal. A las 2pm hicimos las pertinentes pruebas de sonido, y como no, de nuevo acústica y PAs de Funktion One, un sonido de primera. Coincidía con el aniversario de Tribute, el trío de Satoshi, y el evento estaba marcado que sucediese entre las 4pm y las 10pm. Mi turno, las 7pm. Estos horarios me encantan.

La actuación no podía haber salido mejor, da gusto poder tocar un live a 120 bpms y comprobar que el público delante de ti está en trance desde el principio. Mi sensación fue la de estar arropado en todo momento, eran como mi sombra en la pista, seguían mi música minuto a minuto ¡qué gustazo señores!

Ha sido mi tercer viaje a Japón, y siempre es único. Pequeñas aventuras, pequeños momentos, pequeñas anécdotas, gran país. Si tienes la oportunidad de viajar al país nipón, hazlo, no lo dudes. Las fotos y el sonido del live que allí perpetré lo dicen todo. Espero que lo disfrutéis al menos tanto como yo lo hice.

Domo arigato gosaimasu!

One love,
Pablo Bolívar.

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