Entrevistas

Uwe Schmidt aka Atom™

Uwe Schmidt aka Atom™

Más de tres décadas de trayectoria artística, cerca de 150 álbumes y numerosos alter egos han enmarcado la carrera de Uwe Schmidt –actualmente Atom™ y, anteriormente, Atom Heart y Señor Coconut. El llamado padre del electrolatino comenzó a hacer música a principios de los ‘80, primero tocando la batería, y posteriormente dedicándose enteramente a la música electrónica. Su catálogo musical, inclasificable y rico, alcanza los casi 1500 sencillos.

De cassettes y drum machines a mutaciones sonoras en colaboración con algoritmos de inteligencia artificial, el espectro creativo del compositor alemán parece no tener límites. Su curiosidad es un ente que se alimenta al experimentar, diseccionar, construir y deconstruir sonidos.

En abril de 2020, editó el álbum “<3”, una colaboración junto a X1N, un objeto trans-humano que genera voces y contenido en lenguaje natural. En octubre del mismo año, anunció el AtomTM_Audio_Archive, un fichero digital que contiene todo su catálogo musical hasta la fecha, y que gracias a una cuidadosa remasterización, está disponible a través de Bandcamp.

Con la llegada del 2021, Atom™ asume una nueva aventura sonora titulada “This is”. Se trata de una serie de 12 álbumes en los que el artista juega con el concepto del género –deconstruyéndolo, analizándolo– y obligando al oyente a preguntarse si se trata de una crítica o mera curiosidad.

Hasta el momento, ya se han editado cuatro de los doce álbumes de la serie, This is Jazz, This is Computermusik, This is Ambient y This is Glitch. La lista completa incluirá This is Electrolatino Vol. 1, This is Pop, This is Lounge, This is Boring, This is Techno, This is Electrolatino Vol. 2, This is Acid y This is not House.

Es miércoles y son casi las 15:15 en algún lugar de Santiago. El repique sostenido del teléfono es interrumpido por la voz de Uwe. Han pasado más de dos décadas desde que el original de Frankfurt decidiera cambiar de huso horario, y su acento lo denota. Durante más de una hora conversamos, en perfecto castellano, sobre “This is”, los géneros y la industria musical, su experiencia en confinamiento, y su interés por la inteligencia artificial.

¿Hace cuánto que vives en Chile?

Ya tengo 23 años viviendo en Santiago de Chile.

Han sido años muy movidos a nivel social para Chile, ¿Cómo lo has llevado?

Es intenso. Aunque quizás, y especialmente en esta época, los países del sur siempre han sido mucho más frágiles en términos socio-políticos. Siempre han estado un poco en el límite. Ahora con la pandemia se hace más evidente lo injusto. A pesar de ser hechos negativos, y que han sido muy duros para mucha gente, yo veo estos cambios como algo positivo. Se siente algo en el ambiente. Ver gente en la calle, manifestándose, haciendo algo. Pero sí, el último año ha sido muy intenso.

A finales de 2019 decides hacer una pausa, a pesar de tener proyectos nuevos en marcha: ¿Eran cuestiones existenciales, o más en relación a tu arte?

No. Mi decisión de hacer una pausa fue por motivos personales. Quería quedarme en Santiago, viajar menos y tocar menos. La aparición de la pandemia no me afectó tanto. Fue como una capa más. Otra textura. Yo sentía que algo así podría pasar. Hablo del colapso sistémico, de este estallido social. La pandemia lo que hizo fue exacerbar algo que estaba por ocurrir. De algún modo lo tenía presente.

Este año te has embarcado en un proyecto que implica lanzar un álbum cada mes, a modo de crítica a la industria y a la estandarización del arte, y en el que juegas con el concepto de género… ¿Es esta la intención de “This is”?

Este proyecto es reflejo de mi actitud hacia la música. No lo veo desde un lugar de ironía sino de investigación. Para mí, hacer música siempre ha tenido que ver con hacer preguntas: ¿Por qué las cosas son como son? ¿Por qué funcionan así? Ese juego entre los elementos, los géneros y el lenguaje para generar ciertas respuestas. Sigo como una especie de método científico en el que analizo cada elemento, pero también como músico me gusta generar una conversación. Siempre me ha interesado coger un género y diseccionarlo, como en un laboratorio, y teniendo los elementos por separado poder entender el total. Esto también me permite fusionarlos y ver qué pasa entre ellos. Para mí hacer música es como llevar a cabo un experimento.

¿En cada álbum intentas reencontrarte con lo esencial de cada género?

Encuentro muy entretenido hacer estas fusiones y este análisis. Vivir y entender lo que está pasando con el género, transformarlo en otra cosa. Mi enfoque tiene que ver más con mi curiosidad de entender las cosas. Me interesan las respuestas. En lo cultural (música, arte, literatura), el ser humano tiene que funcionar con estos valores, con estas categorías.

Como artista, ¿Cuál es tu posición ante los géneros?

Desde mis inicios, hace treinta años atrás, hacer música siempre ha sido una experiencia muy personal, muy subjetiva. Cuando uno escucha algo y siente algo. ¿Qué es lo que sientes? ¿Qué percibes? Sin embargo, cuando empecé me enfrenté a la gran pregunta: ¿Qué es esto que estás haciendo? ¿Cómo lo vendes? Siempre me negué a restringir mi trabajo. Por un lado me siento incapaz y, por otro, lo encuentro innecesario.

Para mi los géneros son elementos externos, que son útiles en el mundo de la música actual. La música es un objeto de venta: alguien tiene que hacer la música, alguien tiene que venderla y alguien tiene que comprarla. Lamentablemente es así. Entonces, en esta transacción necesitas géneros para poder comunicar ciertas cosas. Es válido, pero hay un límite. Este límite es la creación en sí misma. Me gustan los creadores que son individuos, sujetos, humanos.

¿Y en la música electrónica?

La música electrónica ha perdido esta búsqueda de lo nuevo. En los últimos veinte años, se ha tornado en algo muy mecánico. Muchos artistas nuevos prefieren tomar el camino de lo fácil, de no “complicarse la vida”, y terminan produciendo música simple. Siempre les digo que no hagan eso. Sé que es más difícil mantener una postura, pero cuando tu proceso creativo deja de ser placentero, para convertirse en algo transaccional, es como trabajar en un banco. Prefiero seguir haciendo lo que estoy haciendo. No quiero corromperme para acomodarme a lo que se espera de mí.

Confinado en 40m2

¿Te consideras una persona solitaria? ¿Te gusta la soledad?

En general, me gusta estar solo. Estar en mi casa y hacer mis cosas. No echo de menos la vida social. Apenas salgo. De hecho, durante el primer año de pandemia, estaba viviendo en un piso súper chico. Estaba confinado en 40m2. Me sentía como en un monasterio. Las salidas básicas eran pocas. No tenía contacto con muchas personas.

El día se iba en despertarte, hacer algo en el ordenador, lo básico. Me gustó mucho esta suerte de rutina, porque tenías que enfocarte en qué dedicar tu tiempo cada día: ¿Qué hago hoy? ¿Qué hago mañana? No era posible hacer planes a largo plazo. Era vivir el día a día. Encontrarte con lo esencial. Me pareció muy interesante como experiencia.

Este confinamiento puso una lupa en la existencia del ser humano, del ente social, de las estructuras, Statu quo…

Sí. Se notaba sobre todo a nivel personal. Era fascinante observar cómo cada uno le daba sentido a esta situación. Fue un momento de purificación a nivel individual. Te dabas cuenta en quien podías confiar y en quien no, basándote en sus reacciones ante la situación que vivíamos todos.

Se ha dado un cambio a nivel del sistema de valores. Quiénes somos cómo seres humanos. Qué es la sociedad y cuál es nuestro rol en ella. Esto me parece muy profundo porque muchos se están enfrentando a esta necesidad de repensar estos roles. Sin embargo, yo no creo en los humanos, pero no quiero ser una persona pesimista.

¿Y crees que ha ocurrido un cambio a nivel de conciencia colectiva?

Hay dos tipos de personas: Los que necesitan volver a lo anterior y aquellos que entienden que no podemos volver al pasado. Lo digo desde un punto de vista sistémico, estructural. Creo que se avecina un cambio en el modo en el que hacemos ciertas cosas. Antes de la pandemia se creía imposible y ahora hemos visto que sí se puede hacer de otra manera.

Estos cambios también se dieron en la industria musical, ¿Cuál es tu opinión?

Mi postura es mucho más compleja porque he sido testigo de muchos cambios durante las últimas décadas. Por ejemplo, la debacle en los 2000’ con la desaparición de sellos y distribuidoras. Yo trato de ser positivo, pero sí conozco a muchos que ahora son más cínicos y pesimistas. Ha sido muy difícil para muchos músicos sostenerse y vivir de la música.

Música desconocida

Hablemos de “<3”, álbum que lanzaste en abril del año pasado en colaboración con un objeto trans-humano llamado X1N: ¿Cómo llegaste a X1N? ¿Ha sido desarrollado por ti o has colaborado con alguien más?

X1N es parte de mi creación y parte producto de la colaboración con otra gente. Es mitad ficción, mitad realidad. Siempre me ha interesado la tecnología y en los últimos tres años, la inteligencia artificial ha avanzado mucho. Ha aportado cosas que me parecen increíbles. La IA ha perforado ese mundo de lo humano / mundano. De manera muy superficial, sí, pero ya es capaz de generar textos o pinturas. Me parece fascinante.

Aquí también hablamos de creatividad. Creo que ya no podemos pensar en que hemos creado algo único. Siempre son ideas que han sido inspiradas por algo anterior o por otras personas. ¿Qué es original? En la música electrónica es muy difícil no identificar elementos conocidos y que ya se han usado antes.

La idea de producir este disco con X1N era hacer algo que me sonara completamente desconocido -desde el enfoque general y la actitud hasta la estructura, las letras. Quería hacer algo que durante el proceso de creación fuese incierto. Quería desconocer lo que estaba escuchando. Cuando me topaba con algún sonido familiar, lo borraba y comenzaba de nuevo. Era una actitud como exploratoria. Resultó muy complejo, pero mi objetivo era empujar la estética a un lugar en el que se pudiera decir: “Escuché algo pero no sé lo que era.” Esa era la intención.

¿Cuál es tu opinión sobre la inteligencia artificial?

Creo que la IA nos hará ver categorías que como seres humanos no somos capaces de ver aún, que no entendemos que existen. Por ejemplo, es como pedirle a la IA que escriba un “texto de Shakespeare en un tono de William Burroughs”. El algoritmo lo hará porque entiende estos patrones desde un ángulo diferente al de los humanos, y es muy simple aplicar reglas de esa manera.

La IA está creando estas nuevas formas, estas suerte de mutaciones/deformaciones, que nosotros no somos capaces de hacer. El algoritmo genera algo que para nosotros es muy bizarro, pero es algo nuevo. La IA nos devela capas que por su profundidad no somos capaces de ver. No es de otro mundo, es de este mundo, pero aún no lo hemos entendido.

También creo que desde un punto de vista creativo, los algoritmos podrán ser capaces de reproducir lo que hacemos a nivel artístico. Retomando el tema de los géneros. Digamos el jazz. Un algoritmo será capaz de coger todos los elementos que hacen al “jazz” y hacer un tema, igual que lo haría un ser humano.

De ahí, la pregunta existencial ¿Cuál es el valor real-humano de una creación artística? ¿Cuál es tu valor como creador humano?


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Atom™: Web Oficial

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